En un campo verde y frondoso, vivían una hormiga y un saltamontes. La hormiga era trabajadora y diligente, mientras que el saltamontes era perezoso y despreocupado.
Durante el verano, la hormiga trabajaba sin descanso, recogiendo comida y almacenándola en su hormiguero. El saltamontes, por otro lado, se pasaba el tiempo saltando y cantando, sin pensar en el futuro.
Cuando llegó el invierno, el campo se cubrió de nieve y la comida escaseaba. La hormiga tenía suficientes provisiones gracias a su arduo trabajo. El saltamontes, en cambio, se encontró hambriento y desesperado.
El saltamontes fue a visitar a la hormiga y le rogó que le diera algo de comida. La hormiga le preguntó: “¿Qué hiciste durante el verano?”.
El saltamontes respondió: “Canté y salté, porque la vida es para disfrutarla”.
La hormiga sacudió la cabeza y dijo: “Mientras tú te divertías, yo trabajaba. Ahora, debes aprender el valor de la perseverancia y la planificación”.
El saltamontes se dio cuenta de su error y aprendió que la perseverancia y el trabajo duro son esenciales para el éxito. Desde ese día en adelante, se convirtió en un saltamontes más responsable y trabajador.
Moraleja:
La perseverancia es la clave para superar los desafíos y alcanzar nuestras metas. Al trabajar duro y nunca rendirnos, podemos lograr grandes cosas, incluso cuando las cosas se ponen difíciles.