En un estanque tranquilo, vivía una rana muy arrogante llamada Ribbit. Creía que era la mejor rana del mundo y no soportaba a ninguna otra rana diferente.

Un día, llegó al estanque una rana verde llamada Gus. Gus era diferente de las demás ranas del estanque porque tenía manchas azules en la espalda. Ribbit se burló de Gus y le dijo: “Ja, ja, mírate, tienes manchas feas. ¡No perteneces aquí!”

Gus se sintió herido por las palabras de Ribbit, pero no dijo nada. Simplemente saltó al agua y nadó hacia un rincón apartado.

Pero la crueldad de Ribbit no terminó ahí. Cada vez que veía a Gus, se burlaba de él y le decía cosas desagradables. Las otras ranas, que habían visto el comportamiento de Ribbit, empezaron a sentirse incómodas.

Un día, una tormenta comenzó a azotar el estanque. La lluvia torrencial caía con fuerza, y las olas grandes golpeaban las orillas. Ribbit, que estaba atrapada en medio de la tormenta, empezó a gritar pidiendo ayuda.

Pero ninguna de las otras ranas acudió en su ayuda. Recordaron la forma en que había tratado a Gus.

Mientras tanto, Gus, que se había refugiado bajo una hoja grande, vio a Ribbit en apuros. A pesar de que Ribbit había sido cruel con él, Gus no dudó en saltar al agua y ayudarla a llegar a un lugar seguro.

Ribbit se quedó sorprendida por la amabilidad de Gus. Se dio cuenta de que había estado equivocada en burlarse de él por ser diferente.

A partir de ese día, Ribbit aprendió el valor de la tolerancia. Entendió que todas las ranas, independientemente de su apariencia o diferencias, merecían respeto. Y así, Ribbit se convirtió en una rana más amable y acogedora, y el estanque se convirtió en un lugar más armonioso para todas sus habitantes.

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