En un frondoso bosque, vivía un pequeño zorro llamado Fritz. Fritz era amable y juguetón, pero tenía un defecto: a menudo daba por sentado las cosas buenas de su vida.
Un día, Fritz estaba saltando alegremente por el bosque cuando tropezó y se cayó. Se hizo un gran chichón en la cabeza y no pudo levantarse. Al poco tiempo, una sabia lechuza vieja llamada Olivia lo vio.
Olivia voló hacia Fritz y le preguntó: “¿Qué te pasa, pequeño zorro?”.
Fritz le contó su historia y Olivia suspiró. “Fritz”, dijo ella, “has dado por sentado tu salud y fortaleza. Apreciar las cosas que tienes es muy importante”.
Fritz no entendió al principio, pero Olivia le explicó: “Cuando estás agradecido por algo, lo valoras más y te hace sentir más feliz”.
Olivia le sugirió a Fritz que hiciera un diario de gratitud, donde anotara cada día tres cosas por las que estaba agradecido. Fritz dudó al principio, pero decidió intentarlo.
Al principio, a Fritz le costó encontrar cosas por las que estar agradecido. Estaba acostumbrado a quejarse tanto de las cosas malas como de las buenas. Pero poco a poco, empezó a darse cuenta de las cosas simples y maravillosas que a menudo pasaba por alto.
Anotó cosas como el cálido sol, el canto de los pájaros y la compañía de sus amigos. Cuanto más escribía, más se daba cuenta de lo bendecido que era.
Un día, Fritz fue a visitar a Olivia y le mostró su diario de gratitud. Olivia sonrió y dijo: “Me alegro mucho de que hayas aprendido el valor de la gratitud, Fritz. Te traerá felicidad y paz en tu vida”.
Y así, Fritz aprendió la importancia de apreciar las cosas que tenía, y vivió una vida larga y feliz, lleno de gratitud.