Había una vez una niña llamada Tina que tenía un mapa mágico. Pero no era un mapa cualquiera; era el “Mapa de los Sentimientos”. Este mapa especial mostraba las emociones de las personas a su alrededor como pequeñas luces brillantes.
Un día, Tina se dio cuenta de que una de las luces del mapa estaba apagada. Era la de su amigo Carlos, que siempre estaba contento. Intrigada, Tina decidió seguir el mapa hasta encontrarlo.
Al llegar al parque, Tina encontró a Carlos sentado en un banco, mirando al suelo. “Hola, Carlos, ¿estás bien?”, preguntó Tina.
Carlos levantó la cabeza y dijo: “Hola, Tina. No, no estoy bien. He perdido mi pelota nueva y me siento muy triste.”
Tina miró su mapa mágico y vio que la luz de Carlos estaba apagada, lo que confirmaba lo que él estaba sintiendo.
Usando la Empatía
Tina pensó un momento. Ella recordó lo triste que se sintió cuando perdió su juguete favorito el año pasado. Así que se sentó junto a Carlos y le dijo: “Entiendo cómo te sientes, Carlos. Yo también me sentiría triste si perdiera algo importante para mí.”
Carlos miró a Tina y sonrió un poco. “Gracias, Tina. Me alegra que alguien me entienda.”
Juntos, decidieron buscar la pelota en el parque. Después de buscar en arbustos, detrás de árboles y hasta en el estanque, finalmente encontraron la pelota de Carlos atrapada en un arbusto.
Carlos estaba tan feliz que su luz en el mapa de Tina brilló más brillante que nunca. “¡La encontramos! ¡Gracias, Tina!”, exclamó Carlos.
La Lección Aprendida
De regreso en casa, Tina miró su Mapa de los Sentimientos y se dio cuenta de algo importante. Las luces en su mapa brillaban más cuando ella mostraba empatía hacia los demás.
Así que Tina aprendió una valiosa lección ese día: la empatía es como una luz que podemos encender en el corazón de los demás. Y cada vez que lo hacemos, nuestra propia luz brilla un poco más.
Y así, con su mapa en mano y su corazón lleno de empatía, Tina estaba lista para hacer del mundo un lugar más brillante, un sentimiento a la vez.
Fin