En un frondoso bosque, vivía un gran árbol llamado Arlo. Arlo era conocido por su generosidad, siempre ofreciendo sus ramas para que los pájaros construyeran sus nidos y su sombra a los viajeros cansados.
Un día, un pequeño pájaro llamado Pío llegó al bosque buscando un lugar para vivir. Había viajado lejos y estaba muy cansado. Observó muchos árboles, pero ninguno parecía acogedor. Finalmente, vio a Arlo y le preguntó: “¿Puedo construir mi nido en tus ramas?”
Arlo, con su voz suave y cálida, respondió: “Por supuesto, pequeño Pío. Construye tu nido en mis ramas más fuertes y descansa en mi sombra. Estás seguro aquí.”
Pío se sintió agradecido y comenzó a construir su nido. Con el tiempo, otros pájaros vieron lo feliz que era Pío y también decidieron hacer sus nidos en Arlo.
Pero el invierno llegó al bosque, y la comida se volvió escasa. Los pájaros estaban preocupados, especialmente Pío. Vieron cómo otros árboles conservaban sus frutos y semillas para sí mismos. Sin embargo, Arlo, en un acto de generosidad, sacudió sus ramas, dejando caer suficientes frutos y semillas para todos los pájaros.
Pío y sus amigos estaban asombrados y agradecidos. “¿Por qué compartes tu comida con nosotros cuando podrías guardarla para ti?”, preguntó Pío.
Arlo respondió: “En el bosque, todos somos una familia. Compartir lo que tengo me hace feliz. La verdadera generosidad es dar sin esperar nada a cambio.”
Los pájaros, llenos de gratitud y admiración, decidieron ayudar a Arlo a cambio. Trabajaron juntos para limpiar sus ramas y mantener alejados a los insectos dañinos.
Con el tiempo, la historia de Arlo se extendió por todo el bosque, inspirando a otros árboles a ser generosos. El bosque se convirtió en un lugar de armonía y abundancia, donde todos compartían y se cuidaban mutuamente.
Moraleja
La fábula de “El Pájaro y el Árbol Generoso” nos enseña que la generosidad no solo beneficia a quien recibe, sino que también enriquece a quien da. A través de actos desinteresados de compartir y cuidar, podemos crear una comunidad más fuerte y unida. La generosidad se contagia y tiene el poder de transformar el mundo a nuestro alrededor en un lugar mejor para todos.